Bodegas que cuidan del medio ambiente

Bodega Marques Riscal Álava

Bodega Marqués de Riscal en Álava.

Once bodegas españolas tienen ya el certificado «Winneries for Climate Protection», que acredita las buenas prácticas para la reducción de la huella mediambiental en la elaboración de sus caldos.

Hoteles de insectos para reducir el uso de fitosanitarios, viñedos que conservan encinas centenarias para preservar la fauna local, botellas con menos peso, reutilización del agua, menor consumo energético. La lucha contra el cambio climático también está dentro de una botella de vino y algunas bodegas ya han comenzado a aplicarse a la tarea.

La viticultura no es ajena a los cambios climáticos que está sufriendo el planeta. Las olas de calor obligan a adelantar las vendimias y los fenómenos meteorológicos bruscos como heladas y granizo amenazan cada vez con más frecuencia las cosechas. «Contribuir a la lucha contra el cambio climático y, sobre todo, defendernos de él», son los objetivos del Winneries for Climate Protection puesto en marcha por la Federación Española del Vino, explica su director general, José Luis Benítez. Se trata de un certificado que por primera vez en España acredita de forma externa el cumplimiento de objetivos en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), gestión del agua, reducción de residuos y eficiencia energética y energías renovables. Cada dos años, una auditoría debe acreditar los logros conseguidos.

«No es marketing»

«Hay una realidad que nos obliga a actuar, no porque quede bonito sino basado en la necesidad», explica el director general de la FEV, quien destaca que lo importante de la iniciativa es la «seriedad» en el compromiso continuo con la reducción de la huella ambiental. «También entendemos que sirve como factor de venta, para conectar con el cliente y una de las finalidades de esta certificación es que puedas transmitir que estás aportando tu granito de arena contra el cambio climático, pero hay que dejar claro que no es una medida de cara a la galería, no es marketing», resalta.

bodegas alvaro palacios

Hileras de barriles en bodegas Álvaro Palacios.

Algunas bodegas han recibido la iniciativa como agua de lluvia. Llevan años implantando medidas de sostenibilidad, pero faltaba una acreditación externa e independiente que aportase mayor credibilidad. Es el caso de Campo Viejo, la bodega del Grupo Pernod Ricard que ha obtenido la certificación. «Desde 2001 llevábamos implantando acciones y de hecho fuimos los primeros de España en obtener certificaciones ISO en huella de carbono y gestión energética», explica Estíbaliz Torrealba, técnico de Sostenibilidad.Para reducir emisiones, Campo Viejo ha recurrido al ecopackaging, con la reducción del peso de las botellas y del gramaje de las cajas o la eliminación de la rejilla interior de cartón y de las cápsulas de estaño. En eficiencia energética, Estíbaliz Torrealba explica que disponen de una red de contadores por toda la bodega para conocer el consumo exacto de cada una de las acciones de los procesos productivos. «Eso nos permite fijar medidas como cambio de equipos, instalación de temporizadores o luces LED», afirma. Campo Viejo reutiliza el agua que se usa en la limpieza de los depósitos o de la enjuagadora, a la vez que ha instalado contadores por toda la bodega para detectar consumos o fugas de agua.

enoturismo

Se incrementa el público en busca del enoturismo.

Ahorro económico

Además de para la imagen de un grupo vitivinícola «en el que el compromiso con la sostenibilidad es sí o sí», las medidas tienen efectos económicos. «Antes, el soporte de las etiquetas era una mezcla entre papel y plástico que no lo quería nadie e iba a la basura. Ahora lo hemos sustituido por una especie de plástico, que podemos reciclar. Y nos hemos ahorrado 40 toneladas de basura al año. Antes pagábamos para que nos lo retiraran y ahora me pagan por entregarlo», explica la técnico en Sostenibilidad. El compromiso medioambiental de la bodega va más allá de estas medidas, con iniciativas como la reducción del uso de fitosanitarios con lo que denominan hoteles de insectos, cajas nido y comederos de especies que atacan a las que son perjudiciales para el viñedo, o la utilización de feromonas de confusión sexual que impiden su reproducción.

Rafael Daniel/ El Economista.

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